Después de evitar el cierre de un ambulatorio con una larga ocupación, los viejos guerreros del barrio volvieron a dar guerra y no están dispuestos a dejarlo
David Guerrero
L'Hospitalet de Llobregat
20/11/2014 - 23:33h
Vecinos de L'Hospitalet protestan cada semana para defender el Hospital de Bellvitge / SANDRA LÁZARO
Llueva o haga un calor sofocante. Cada miércoles, un grupo de usuarios de la sanidad pública y vecinos del Hospital de Bellvitge se concentran a las puertas del centro para protestar contra los recortes en sanidad. Siempre tienen algo nuevo por lo que levantar la voz, cuando no es el cierre de una unidad son los retrasos en las listas de espera, la desaparición de camas aprovechando las vacaciones de verano o, la última, los colapsos en las urgencias que, a pesar de estrenar edificio hace pocas semanas, mantienen los mismos recursos insuficientes para picos de demanda de un hospital que atiende a una población potencial de más de un millón de personas.
Sindicatos de médicos y de enfermería son visibles en todas las manifestaciones pero el papel del movimiento vecinal es fundamental para mantener viva la llama de la protesta. Están acostumbrados a luchar. El barrio de L'Hospitalet de Llobregat que da nombre al hospital lo han mejorado durante 50 años a base de protestas y tienen claro que no piensan dejar de concentrarse semanalmente hasta que no cesen los recortes del gobierno catalán en materia de sanidad. De hecho, cuando las protestas de los profesionales iniciadas hace más de tres años empezaron a flojear, ellos tomaron el relevo y desde entonces no han abandonado.
Mantienen la fuerza de cuando se encerraron día y noche en un ambulatorio del barrio que la conselleria de Salud quería cerrar en la primera tanda de recortes del gobierno de CiU. Obligaron a que Boi Ruiz diera marcha atrás y mantuviera algunos servicios en un ambulatorio que querían convertir en oficinas. Fue una victoria del movimiento vecinal y al mismo tiempo lo reactivó después de años en los que había perdido fuelle.
Los viejos guerreros del barrio volvieron a dar guerra y no están dispuestos a dejarlo correr.
Una persona que ejemplifica bien esto es Roque Fernández, presidente de la asociación de vecinos de Bellvitge. "Estamos hasta el gorro de los recortes", dice con contundencia antes de pasar a enumerar un memorial de agravios que tampoco se olvida de la situación profesional de los trabajadores del hospital, que "también son víctimas de los recortes, sufren un gran estrés pero están dando la cara y haciendo todo lo que pueden". Fernández recuerda que el hospital de Bellvitge ha estado siempre en las primeras posiciones de los rankings españoles y reconocido a nivel internacional: "Bellvitge era la joya de la corona y se está perdiendo la calidad a pasos agigantados", resume. Fernández, armado con un megáfono, es de los que se hace escuchar, pero a su lado hay una cuarentena de vecinos que no fallan nunca recogiendo firmas, haciendo carteles o dando a conocer a los usuarios del hospital la situación por la que atraviesa el centro.
Aunque son los que lo tienen más cerca, los vecinos de L'Hospitalet no son los únicos implicados en la defensa de Bellvitge. Los municipios del Baix Llobregat que también tienen este hospital como centro de referencia han visto que la batalla también va con ellos. Quedó patente en la última gran manifestación que concentró un millar de personas el sábado pasado, con tres centenares de personas llegadas a pie desde el Prat de Llobregat, la ciudad vecina que también depende del hospital de Bellvitge.
"La sanidad no se vende, se defiende", es uno de los gritos de guerra de Antonio Moreno, un vecino de El Prat que ha tenido su lucha personal desde hace décadas contra la sanidad privada por una mala praxis que sufrió. Desde entonces es un firme defensor de la sanidad pública y no está dispuesto a que pierda calidad.
"La sanidad pública es de todos, nos la están desmantelando y no podemos hacer otra cosa que luchar por el hospital de Bellvitge", dice a las puertas del hospital, a donde se desplaza cada miércoles y cuando las circunstancias lo requieren. Él fue uno de las decenas de personas que hicieron guardias durante los meses de verano para evitar los cierres de camas a la fuerza planteado por Salud.
Los vecinos son conscientes de que su papel tiene efectos positivos. La movilización de hace unos meses logró frenar el cierre de camas y, lo más importante, por primera vez en muchos años han conseguido que todas las unidades que se cerraron por vacaciones vuelvan a abrir.
El presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de L'Hospitalet, Manuel Piñar, pone el punto de autocrítica: "Nos falta gente joven en esta movilización pero estoy convencido de que algún día esto cambiará". El otro reto en el que trabajan es en el de unificar las diferentes propuestas relacionadas con la defensa de la sanidad pública en Barcelona y su entorno para ser más fuerte